jueves, 26 de junio de 2014

Y yo jugaba a creerte.

Te prometo por lo que más quiero, que lo hubiese dado todo por ti, las veces que hubieran hecho falta, solo para que nunca te fueras de este infinito que por un tiempo ha sido lo mejor que he tenido. Por encima de todo, y todos. Que contigo no habían reglas, y las que habían estaban para romperlas, pero todo dura siempre un poco más de lo que debería, y al final se acaba, nada es para siempre. Contigo explorar las alturas resultaba tentador, pero nadie me avisó de que cuánto más subes, más duele después la caída. Nadie me dijo que el amor puede irse por donde ha venido, y que si te prometen mil tonterías, es que piensan irse a la mañana siguiente. Y aunque me muera por hacerlo, no voy a pedirte que te quedes. A mí me duele no tenerte, pero, más me duele ver que tú puedes seguir perfectamente sin mí. Ahora es imposible borrar de mi mente aquella tarde de invierno en la que me repetías miles de veces que me querías, mientras te perdías por mi cuello. Y yo jugaba a creerte, sabiendo que te acabarías marchando, como todos. Porque sin ti, la que se perdía era yo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario