domingo, 28 de diciembre de 2014

No puedo decirte adiós.

Él vino para quedarse pero la única que no podía quedarse aquí era yo; ¿y cómo se le dice a esa persona que vas a irte? ¿cómo se le dice que a la larga va a ser más feliz sin ti? ¿cómo se le dice que a partir de ahora va a tener que vivir sin tenerte ahí para sacarte de quicio? ¿cómo se le dice que no vas a contestar a sus llamadas? ¿cómo se le dice que de ahora en adelante ya no va a tener tus buenas noches? ¿cómo se le dice que tiene que aprender a pasar de ti un día para poder así pasar más días sin ti? ¿cómo se le dice adiós sin doler? Yo sólo sé hacerlo escribiendo; no te prometo que no te vaya a doler pero esta vez la que no puede soy yo; no puedo hablarte y fingir que aquí dentro no siento nada, no puedo reírme contigo cuando sólo tengo ganas de llorar por ti, no puedo seguir con mi vida si te sigo teniendo en ella. Últimamente no puedo con nada, me he quedado sin apenas fuerzas para seguir. No sé qué mierda has hecho conmigo porque yo antes era más fuerte, joder, no me hundía por todo y si lo hacía podía vivir con ello, pero vienes tú y rompes mi vida como si nada, como si no te importase, y lo haces para luego no quedarte y me duele. Me duele porque nos quisimos, lo hacíamos y sólo quiero creer que eso puede volver pero sé que no. No vamos a volver allí dónde éramos felices y me empeño en creer que sí, siempre he sido de esas que se niegan a aceptar las cosas, y esta es una de esas veces en las que sé que todo ha terminado y aún así quiero creer que no. Me gustaría poder mirarme al espejo y gritarme “¿tú eres gilipollas o qué?” poder decirme que no va a volver a quererte como lo hacia o nada va a ser como antes y lo sabes, hazte a la idea, joder pero me miro en el espejo y lo único que hago es romper a llorar, romper, sí, un poco más de lo que ya estaba desde que me dejaste. Y por eso y muchas otras cosas no puedes quedarte porque me dueles. Me duele que te quedes y fingir que tengo ganas de abrazarte cuando lo único que quiero hacer es besarte el resto de mis días; te dije que cuando yo quería lo hacía para siempre y no querías creerlo pero, mírame, lo hago y no planeo dejar de hacerlo.

lunes, 15 de diciembre de 2014

84 días sin ti.

Llevo 84 días, dos mil dieciséis horas sin ti, y mejor no te digo los minutos para que no pienses que me acuerdo mucho de ti, y aunque te lo diga te dará igual, mientras para mí es un constante vacío porque cada segundo que pasa es uno más en el que no te tengo. He intentado ser fuerte y seguir con mi vida, así como parece que tú estás haciendo; con esa facilidad que me escuece, como si yo nunca hubiese sido tan importante como muchas noches me decías. Te veo feliz sin mí y no sabes como me duele, porque siento que cada minuto que paso sin ti, es un minuto menos para que conozcas a alguna persona que vea en ti lo que yo vi, y si por mí fuese, no le hablaría nunca a nadie de lo que llegaste a hacerme sentir, para que ninguna chica llegue a quererte como yo hice y voy a seguir haciendo el resto de mi vida. Hoy por casualidad, leí que en la vida hay dos tipos de amores; uno es el amor de tu vida y otro es la persona con la que te casas, y me gustaría que fueses la segunda opción, porque la primera ya hacía mucho que lo eras. Dicen que esa persona con la que naces destinada a encontrarte es la que sueles perder, esa con la que la química supera cualquier razón existente, pero que nunca alcanzarán ese final feliz que tanto deseas. Y luego está esa otra persona que podrá hacerte feliz, sí, pero no habrá ni un puto día en el que no recuerdes o necesites esos besos que el gran amor de tu vida te daba. Esa persona en la que estás pensando ahora mismo y que ya no está. Y por eso llevo 84 malditos días pensando en ti, porque sé que pasarán muchos más en los que desearé por encima de todo discutir contigo a besarme con otro cualquiera. Lo que él no sabe es que siempre que dejábamos de hablar, le decía te quiero porque nunca sabía cuando sería la última vez que podría decírselo, sabiendo que a él le encantaba escucharlo, hasta que llegó. Y no sabéis lo que llega a doler el saber que nunca más vas a escuchar un te quiero tan sincero como el de él, y aunque lo escuches sabrás que no vale ni la mitad de lo que valían los suyos. Y siento que cada segundo que pasa es uno menos para que él encuentre ese amor de su vida, porque yo, sin duda, no fui el suyo. Y él, sin duda, seguirá siendo siempre el mío, pasen los días que pasen, sé que si alguna vez llego a verle, mi corazón volverá a sentirse vivo como cuando le conocí, porque parece que ahora no late y si lo hace, lo hace por latir, por vivir, por seguir. Y yo en estos momentos; ciento veinte mil novecientos sesenta minutos después, uno más o uno menos, no lo sé, siento que no puedo sin él, que no quiero. Que no siento, que no vivo. Que sólo lloro y vivo pensando en que quizás algún día volvamos a encontrarnos y él me siga queriendo aún sabiendo muy en el fondo, que si nos volvemos a ver, él ya será feliz sin mí. Es fácil, ya lo está siendo, y yo por dentro siento que voy muriendo cada día un poco más. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

Todavía es pronto para decir adiós, quédate.

¿Sabes? Una vez alguien me dijo que los pequeños detalles hacen las grandes cosas. Que a veces tus lugares favoritos pueden ser personas, que las personas pueden ser motivos. Pero claro, lo que yo no sabía es que había personas que podían salvarte, personas que te sacan a flote cuando tú aún no eres consciente de que te estás ahogando. Entonces, alguien se acerca a ti, y a ti de repente, todo te da miedo. Te da miedo el olvido, el dolor. Son sentimientos que siempre has tenido presente, pero es que joder, es que entonces llega alguien que con sólo una caricia te hace sentir que las cosas están bien, que esta vez sí, que esta vez no vas a caer. Entonces, lo sabes, pasas cada día diciéndote que no puedes permitir perderlo, y yo no puedo perderte a ti. No puedo perdernos, todavía no he aprendido a vivir sin ti y oye, que tampoco quiero.