sábado, 7 de marzo de 2015

Aprendí.

Aprendí que la vida son buenas y malas rachas, que conoces a mil personas pero una te marca, que mil aciertos se borran y un fallo deja mancha, que lo que más daño te hace es lo que más te engancha. Que el rencor y la envidia sólo es un veneno, que nunca estarás bien si te lo guardas todo dentro, que hasta de lo malo puede sacarse algo bueno, que hay personas que se odian porque un día se quisieron. Que el más listo se come al fuerte lo aprendí en la calle, que o lo hacía yo solito o no lo iba a hacer nadie, que si me pasa algo jodido sufro y me lo callo, que basta que confíe en alguien para que me haga daño, que intento perdonar pero no me sale, que prometer no vale, que todavía duele, que me sigo rayando cuando estoy solo, que engañarse no sirve de nada, nunca se olvida del todo. Aprendí a confiar en mí mismo y a quererme, que si algo no sale quizás sea por el destino, a no dejar que nadie nunca joda con lo mío, a perder, pero no a darme por vencido, aquí hasta el más fuerte llora cuando está jodido. Con el tiempo aprendí que mi edad no se refleja en mis años, que estos ojos han visto demasiado, demasiada rabia o odio acumulado, te dejan tocado, no he nacido fuerte, me ha hecho fuerte todo lo que me ha pasado. Tú me has enseñado a no pisar los frenos, que si parece una locura nosotros lo hacemos, aprendí que no existe nadie capaz de rellenar este vacío, que lo siento todo más bajo la lluvia con el frío, que mi corazón es mío, que los que callamos el dolor somos los únicos que lo vivimos. Arrasando con lo que se ponga en medio, cuando has vivido tanto se te olvida el miedo, eso del respeto se aprendió rápido en el barrio. Aprendimos que todo se va pero antes se te clava, a valorar las cosas cuando ya no estaban, nuestros familiares, el amor, las ganas; las cosas más bonitas de esta vida son las que se acaban.