martes, 27 de mayo de 2014

Te quise demasiado para el daño que me hiciste.

Lo que cambian las cosas y lo que duelen los cambios. Lo que has cambiado y lo que sigues doliendo. Aquí donde antes había un corazón, ahora sólo hay un montón de pedazos, como si hubieran roto un espejo y nadie hubiera recogido los restos o los hubiera arreglado. Lo que han cambiado las cosas desde que separamos nuestros caminos. Como duele verte enamorado de otra, como duele pensar que será ella a la que ahora hagas sonreír cada día, con tus guerras de cosquillas quizás. Sé de sobra que tienes mejores cosas que hacer que hablar conmigo. Sé que tu mundo no gira entorno a nuestras absurdas conversaciones, también sé que nunca lo hará. Sé que no piensas en mí y que ya no te acuerdas de escribirme. Ya no soy importante para ti, si es que alguna vez lo fui. Y aquí estoy yo, viendo tus fotos, viendo como eres feliz sin mí. Aquí estoy yo, rompiéndome cada día más por dentro, pensando que otra estará remplazando mi lugar en tu vida, o en tu corazón. No puedo aguantar más con estas ganas de hablarte, esperando a que tú lo hagas, pero no, no lo haces. Tú sigues aquí, viviendo dentro de todo aquello que pasamos. No puedo olvidarte, ni volver a enamorarme. No puedo seguir, ni pararme, ni dejar de sangrar con tu recuerdo, ni de mirar a otro lado siempre que alguien me pregunta por ti o tan sólo escucho tu nombre. La vida sigue, sin saber muy bien por qué, pero sigue. Y no le importa que tú no estés, ni que yo hace tiempo ya crea en las promesas, en el amor en verdad. No le importa que siga sin poder dormir cada noche recordando y pensando en todo lo que fuimos. El dolor de perderte o quizás, en el fondo, el dolor de no haber tenido nada más que esperanzas, que además resultaron ser falsas. Nadie va a rescatarme de toda esta necesidad de volver a intentarlo, de volver a tropezarme, de romperme, de que me rompas. Nadie, ni siquiera yo. Escribiré sobre como cuando te ahogas con imposibles; como cuando gritas con todas tus fuerzas pero nadie te escucha, y te sientes tan sola que irremediablemente, necesitas uno de esos abrazos que nunca te han dado, pero que siempre has creído necesitar. Abrazos que quizás no existen. Sé que la vida no tiene mucho sentido sin ti, y por eso me fui, aunque me gustaría haberme quedado, esperándote.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario