jueves, 29 de mayo de 2014

Sus caminos se cruzaron.

Él era un chico cualquiera, ella una chica con ganas de comerse el mundo. Se puede decir que sus caminos se cruzaron, que estaban destinados. Se pueden decir tantísimas cosas, pero la verdadera historia sólo la saben ellos dos. Pronto, muy pronto, aquella chica se convirtió en el motivo de sus canciones, en su único pensamiento al despertarse cada mañana, en su única preocupación. Y es que enamoraba tanta felicidad, tantas ganas de vivir. Te hacía sentir pequeño a su lado, porque aquella chica era de las que te dejaban vacío, pero a la vez te llenaban como nadie más era capaz; te sonreía y el mundo entero se iba a la mierda. Y él sólo fue aquel imbécil que no supo valorarla, que no supo darle todo lo que se merecía. Ahora busca en otras lo que sólo ella tenía, lo que le hacía tan especial, tan diferente. Porque ella aunque no fuese Madrid, era la más bonita de sus calles; calles con historias por las que nunca se cansaba de pasar. 














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